Ladino, término que
probablemente sea una corrupción de latín, es la lengua que los judíos sefarditas,
obligados a abandonar España -o Sefarad-, llevaron consigo en su diáspora. Bien es
verdad que originalmente, no era otra cosa que el español hablado en España en la Edad
Media y que, dependiendo del país que les diera acogida, se iba a ver fuertemente
influenciado por la lengua de esos países. Una buena parte de los judeo españoles se
estableció en Grecia, particularmente Salónica, en Turquía, los Balcanes y Marruecos.
El Ladino, recibe también el nombre de Judeo-español o Djudezmo y en su fonética no
existe el sonido gutural jota. Entre las voces que ha tomado en préstamo podemos señalar
lenguas tales como el turco, el griego, el italiano, el francés, el hebreo y el
serbocroata.
Con el paso de los siglos, estas migraciones originales dieron lugar, en algunos casos, a
otras posteriores, por lo que es frecuente encontrar judíos de origen sefardita en
América Latina, Estados Unidos y, ya a mediados del siglo XX, en Israel. Todo ello da
lugar a diversas variantes de ladino, en las que las voces fundamentales son, no obstante,
el español medieval y en menor intensidad el hebreo.
Al ser expulsados de España por los Reyes Católicos en 1492, estos judíos llevaron
consigo las llaves de sus casas, tal vez con la esperanza de un pronto regreso a Sefarad.
Quizás fuera la nostalgia por su país de origen el factor que ha hecho posible el que
algunos grupos de entusiastas seguidores, descendientes de aquéllos, intenten mantener
viva esta lengua amenazada. Y ello por medio de asociaciones, prensa, radio o Internet. El
resultado es un número nutrido de conocedores pasivos de la lengua, tal vez alrededor de
400.000. El número de personas que podrían hablarlo, oscila entre los 50.000 y las
80.000 aunque, de hecho, es muy difícil conocer las cifras exactas.
Al parecer existe un colegio de Educación Secundaria en Jerusalén que imparte un
programa de su enseñanza en Ladino y se da la circunstancia de que alrededor de treinta
profesores han realizado un curso a tiempo parcial de un año de duración, con la idea de
adquirir la capacitación para impartir la lengua. No obstante, ya no se trata de la
lingua franca consustancial a algunos distritos de Jerusalén. En esa ciudad, sin
embargo,, se sigue publicando un periódico en Ladino, con el título Aki Yerushalayim
además de otro que se edita en Estambul, Salom. Radio Israel, por su parte, continúa
transmitiendo algunos programas en esta lengua y también recopila canciones que graba en
cinta, a la vez que las transcribe y traduce. Estos organismos han trabajado juntos con el
objetivo común de salvar una tradición antes de que se olvide por completo. Asimismo,
Radio Exterior de España dedica un espacio semanal a la transmisión de noticias de
ámbito político, social y cultural en esta lengua.
Cabe también señalar que la única cátedra de judeo-español existente en el mundo
está en la Sorbonne, Universidad de París, donde el ya retirado Profesor Haim Vidal
Sephiha, impartió docencia durante muchos años. Según sus hallazgos en el trabajo
publicado en 1986, El judeo-español, son alrededor de 400.000 las personas que todavía
lo hablan.
En 1993 la UNESCO, en su Libro Rojo, declaró al Ladino como lengua en peligro de
extinción. Aunque no se ha realizado un estudio riguroso de las causas que ponen en
peligro su continuidad si parece ser un hecho incuestionable el que para aquellos de sus
hablantes que sobrepasan los cuarenta años no es nunca la lengua dominante y que son muy
pocos los niños, por no decir ninguno, los que la conocen.
Buena parte de los judíos sefarditas reside hoy día en Estados Unidos o Israel, siendo,
por tanto, en estos dos países donde existiría un mayor campo para la investigación.
Como comentario simplista podría decirse que aquellos judeoamericanos de origen español
que han tenido oportunidad de convivir con sus abuelos conocen mejor el Ladino, que
aquéllos que no la han tenido. De igual modo, mientras más larga haya sido la
convivencia con esa generación , más profundo será el conocimiento de la lengua.
Conviene no olvidar , en cualquier caso, que la proximidad a otros grupos judíos de
origen no español, fue un factor determinante en detrimento del Ladino, así como la
absorción del inglés por parte de esos mismos abuelos.
Todo ello ha suscitado una añoranza por la lengua y culturas, a las que ellos no han
tenido acceso, en muchos descendientes de las primeras generaciones de sefarditas
americanos. Curiosamente, muchos de ellos pueden, por ejemplo, escribir en español de
hoy, mientras desconocen totalmente el de sus antepasados. Pero, podría añadirse, que el
sentimiento de añoranza está presente en los sefarditas de cualquier país. La autora de
este texto tuvo la oportunidad de conocer a un joven turco de origen sefardí cuando en su
estancia en Estambul realizaba una travesía por el Bósforo. Las preguntas y comentarios
de este joven, dejaban traslucir su deseo de establecer contacto con las raíces de sus
antepasados.
El siguiente ejemplo de judeo-español, procede de un artículo firmado por Moshe Shaul,
editor de Aki Yerushalayim, aparecido en el número 6 de la revista Donaire, publicada por
la Consejería de Educación en Londres.
500 anyos despues de la ekspulsion, el djudeo espanyol es ainda una lengua ke puede ser
entendida bastante fasilmente por los ispanoavlantes en las diversas partes del mundo. No
solo esto sino ke eya desperta tambien onde eyos un grande intereso, a kavza de su
fonetika partikulara I de su reushidad a konservar munchos elementos del espanyol medieval
ansi ke numerozos kantes, kuentos I refranes ke konstituyen un verdadero trezoro para los
ke se okupan de la istoria de la lengua espanyola I de su literatura.
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