home_sefarad.gif (990 bytes)Principal Sefaradíes en Chile

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 logosefard.jpg (9968 bytes) DESDE EL IMPERIO TURCO: PALESTINOS Y SEFARADÍES

El período que comprende los años 1880 a 1930, son los más importantes en cuanto a la emigración de sefardíes desde el Imperio Turco a nuestro país.

Es este componente migratorio, el creador y generador de las instituciones y de la vida judía sefaradí como colectividad tal como la conocemos hoy en día. Es a partir de aquí, donde podemos establecer tres parámetros de sefardíes bien definidos, los primeros llegados directamente de Sefarad, siguiendo el movimiento energético expansionista del Imperio Español, componente en su gran mayoría de Marranos y Conversos, establecidos y absorbidos en la población chilena.

Un segundo grupo que aún declarándose judío no hizo ningún intento por generar algún tipo de institución o vida judía, estableciendo matrimonios mixtos generó en un tipo de descendientes cristianos católicos, pero con una conciencia plena de sus ancestros judíos.

Y finalmente el tercer grupo y el de mayor importancia, el grupo relacionado directamente con la expulsión de 1492, los que se negaron a convertirse, los que mantuvieron su fé férreamente, los que acogió el Sultán de la Sublime Puerta. Los sefardíes se expandieron y desarrollaron a lo largo y ancho del Gran Imperio Turco, floreciendo en diferentes aspectos, a pesar de que muchas agrupaciones de judíos sefardíes mantenían una vida económicamente precaria. Pero esta vida de tranquilidad con el Imperio comenzó a deteriorarse en forma directamente proporcional, en la medida que los pueblos dominados comenzaron su liberación. Así todos los pueblos balcánicos se levantaron en guerra y la Sublime Puerta comenzó a retroceder.


Así como en la España del siglo XII al siglo XIV, en el conflicto cristiano - árabe, los judíos quedaron atrapados en una vórtice de la que era muy difícil salir, en esta nueva etapa de la historia sefaradí, nuestra gente quedó entre dos mundos irreconciliables. Nuevamente la situación se repetía, sólo que esta vez no tenía la opción de la conversión, sino que debía aceptar convivir con los pueblos liberados, retroceder y luchar junto a los otomanos o emigrar. Emigrar palabra muy familiar para los judíos de cualquier parte del mundo, ¿pero a qué lugar huir?, la respuesta generaría a partir de la lengua conservada durante siglos, ese idioma arcaico pero querido y conservado como un tesoro antiguo, el ladino o djudezmo, que más lógico que volver la vista y los pasos a las naciones que hablaban la lengua de los ancestros.

España aún mantenía sus decretos de expulsión y prohibición vigentes, pero estaban las otras naciones nacidas a partir de la ingrata Sefarad, donde se contaban historias poco conocidas de marranos y conversos, además estos países no practicaban la aversión al judaísmo, a pesar de ser absolutamente católicos, por lo tanto la nueva tierra sería LATINOAMERICA.

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